Hace 20 años, los despachos de abogacía reflejaban una realidad social que estaba marcada por una falta de diversidad de género. La cultura profesional en muchas firmas estaba arraigada en tradiciones y normas sociales que se habían forjado durante décadas. Aunque el número de mujeres graduadas en Derecho estaba en aumento, muchas enfrentaban obstáculos para acceder a oportunidades laborales de alto nivel. La discriminación de género, consciente o inconsciente, limitaba las oportunidades de ascenso para las mujeres en los despachos y en algunos casos persistían percepciones erróneas sobre las habilidades y aptitudes de las mujeres en el ámbito legal.

Así, estereotipos de género asociados con la toma de decisiones y la resolución de conflictos a menudo se traducían en una subrepresentación de mujeres en áreas especializadas y de liderazgo. Eran contados los rostros de mujeres que podían verse liderando determinadas áreas de práctica y quizá ese segundo plano en el que se encontraban todavía es patente hoy en debates y medios de comunicación. Aunque los periodistas quisieran no lo tenían nada fácil a la hora de encontrar voces expertas femeninas que les sirvieran para enriquecer sus reportajes, pues simplemente no las había o las que formaban parte del despacho no estaban autorizadas para hablar en representación de la firma.

De esta forma, llamada a llamada y café a café, los periodistas del sector legal fueron creando su propia agenda telefónica, una serie de números que solo eran la primera piedra de una relación de confianza basada en la comprensión profunda del trabajo de ambas partes. Como siempre ocurre, unos cayeron a las pocas semanas por la falta de complicidad y honestidad; mientras que otros persisten en la actualidad y han logrado, incluso, sortear los relevos generacionales y los pequeños roces que siempre se generan en el día a día de esa relación.

¿Cuál es la consecuencia? Una agenda elaborada a base de horas de trabajo y años de experiencia, pero también una agenda cargada de nombres masculinos. Por suerte, la estructura de los despachos de abogacía ha cambiado y cada vez son más, aunque no suficientes, las mujeres que forman parte de esas cúpulas.

Sin embargo, hay algo que no ha cambiado (e incluso se ha incrementado con la era digital): la celeridad de los medios de comunicación para ser los primeros en dar la noticia o publicar el reportaje más original. Los periodistas disponen de plazos muy cortos a la hora de elaborar una pieza informativa y eso les lleva a tirar de agenda, a contactar con aquellos que saben que les van a responder de una manera rigurosa, pero sobre todo rápida: quieren asegurarse que esa opinión o explicación va a llegar a tiempo para ser incluida en el reportaje. ¿Y quiénes forman parte como expertos de la gran mayoría de las agendas? ¿Quiénes realmente son los primeros que levantan la mano y se ofrecen para hablar? Ellos.

Pero esa imagen a día de hoy ya tiene un coste: implica jugarse la reputación. ¿Quién se va a creer que en un congreso sobre Derecho Laboral los organizadores no han encontrado mujeres expertas en dicha área? ¿Un reportaje financiero y ninguna mujer en él? Directamente la sociedad no lo puede creer.

Los periodistas no lo tienen fácil y con independencia de la escasez de tiempo que manejan en su rutina diaria para probar suerte con varios teléfonos y no lanzarse al primero que saben que habrá una respuesta detrás, lo cierto es que en los despachos de abogacía sigue habiendo más socios que socias. De ahí que en este desafío el papel de los DIRCOM sea fundamental.

Son los directivos de comunicación los que tienen que ser conscientes de que la reputación de su despacho puede verse tambaleada por esta realidad y que parte de su trabajo es asegurarse una participación más compensada. Quizá si se lo ponemos en bandeja al periodista o la persona encargada de organizar el evento lograremos entrar a formar parte de su agenda. Hay que buscar a esa profesional que sí está dispuesta a participar en la iniciativa y convencer a aquellas otras que aún tienen dudas.

Me gusta que la sociedad civil ya se ha movilizado para encontrar una solución. “Hay mujeres expertas para cada oportunidad de visibilidad”, dicen en su página web. Hablo de #AquíEstánEllas, una iniciativa que ha lanzado EJE&CON, la Asociación Española de Ejecutiv@s y Consejer@s como respuesta a la #DóndeEstánEllas, de la Oficina del Parlamento Europeo en España con el objetivo de aunar en una misma plataforma mujeres expertas de diversos ámbitos para que participen en conferencias y medios de comunicación y evitar con ello paneles de debate completamente masculinos.

La iniciativa #AquíEstánEllas demuestra que hay mujeres expertas dispuestas a asumir roles de visibilidad y es hora de que esta conciencia se extienda a todos los niveles. El desafío de lograr una agenda más equitativa en el sector legal es una responsabilidad compartida entre periodistas, despachos de abogacía y, especialmente, los directores de comunicación. El cambio no solo es necesario, sino también beneficioso. ¿Estamos listos para transformar nuestras agendas?

Gema Masa Gómez 

Responsable de prensa de Mirada 360

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