Los periodistas del sector legal y económico se dan cita en la categoría ‘Mirada legal’, un espacio donde los profesionales de la comunicación nos cuentan su experiencia, perspectivas y los desafíos a los que se enfrentan.

Con todos vosotros, de nuestra serie ‘Mirada legal’, Irene Dorta Hermoso

Irene Dorta Hermoso se graduó en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid y cursó el Máster de Periodismo de UAM-El País. Aunque ha trabajado en todos los ámbitos de la comunicación, en los últimos años se ha dedicado a la comunicación legal en medios como Confidencial Digital, La Razón o El Independiente, donde actualmente ejerce como periodista de tribunales e investigación. En sus redes asegura que todas estas experiencias le han dado una “visión amplia del trabajo” y le han hecho crecer y “saber moldearse” profesionalmente. Su última aventura profesional ha sido participar como miembro del equipo de investigación del documental de Netflix: (P)ícaro: El pequeño Nicolás.

¿Qué te llevó a especializarte en el sector legal?

Realmente siempre me ha gustado el Derecho, de hecho fue una carrera que me planteé estudiar. Por eso, cuando me ofrecieron un puesto en tribunales en el primer periódico que me contrató me pareció una idea genial.

¿Qué es lo que más te gusta de tu día a día? ¿Y lo que menos?

Lo que más me gusta de mí día a día es que no es un trabajo nada monótono. Continuamente están saliendo casos nuevos, lo que supone un reto a la forma de afrontarlo porque, por ejemplo, no había existido una amnistía en la democracia reciente y ya solo esto te hace de repente ser mini-experta en algo novedoso. Tener que analizarlo al detalle, hablar con jueces, fiscales, abogados y todo tipo de expertos jurídicos es otra de las ventajas. Es un privilegio poder sentarte a charlar con las personas que luego toman las decisiones. Lo que menos diría es la carga de trabajo. Últimamente todo pasa por los tribunales y eso hace que tengamos que estar disponibles para todo tipo de temas, desde un asesinato hasta las peleas políticas que terminan en el Supremo.

¿Cuáles son los principales inconvenientes a los que te enfrentas a la hora de informar sobre asuntos legales?

La principal dificultad es entender el contenido y luego saber explicarlo correctamente. El oficio y la experiencia van dando tablas a la hora de entenderlo. En los primeros años de trabajar en tribunales estudiaba a veces los fines de semana algunos temas procesales tan sencillos como la composición de un tribunal o los tipos de recursos para luego poder encajar muchas cosas del día a día a la primera. Ahora ya eso no me hace tanta falta, pero en ocasiones cuando son temas tan complejos en los que ni los juristas se ponen de acuerdo (como la amnistía) es un poco engorroso tener que hablar con muchos expertos para poder hacer una composición de lugar sobre lo que creen unos y lo que creen los otros. Y después traducirlo al lenguaje más mundano para que cualquier ciudadano pueda entenderlo.

¿Cómo describirías, en líneas generales, tu relación con los abogados?

En líneas generales es buena, aunque depende mucho, muchísimo, del abogado. Hay algunos que están muy acostumbrados a hablar con la prensa, otros que seleccionan muy bien con qué cabecera quieren hablar y otros que están cerrados en banda y no hablan con nadie. En este último caso a veces es un poco frustrante.

¿Qué te gustaría que mejoraran o que cambiaran estos para hacer más fácil tu día a día?

Creo que hay abogados que no llegan a entender del todo que, bajo mi punto de vista, siempre es mejor mantener una relación fluida con la prensa. No hace falta facilitar papeles si no lo ven claro, pero sí explicar algunas cosas para que nosotros podamos trasladarlo de la manera más veraz posible. Es importante que nos vean como aliados y no como enemigos. Muchas veces nosotros tenemos el poder involuntario de cambiar en cierto modo el curso de alguna investigación porque si algo se publica y se hace noticia el juez o el fiscal puede poner más atención sobre eso o viceversa.

¿Es realmente diferente el sector legal a otras industrias? Si consideras que sí, ¿qué lo diferencia y cómo impacta esa diferencia en la relación de los abogados con los periodistas?

Sí, muy distinto. Yo siempre lo comparo con la política, por ejemplo. Los políticos necesitan a los periodistas, es una simbiosis, mientras que los jueces y los fiscales no nos necesitan. Ellos pueden seguir el curso de su trabajo sin la prensa (y muchos lo prefieren). Por eso, para los periodistas de tribunales es bastante más complicado conseguir información. Porque, además, para nosotros no es solo conseguir que nos digan algo, sino también lograr el papel.

Esto convierte al área de tribunales en todo un reto en el que no todos los periodistas quieren estar. Por eso, creo que te tiene que gustar mucho la relación con las fuentes, trabajarlas día a día y conseguir poco a poco la confianza. A todo el mundo no se le da bien este trabajo y en otras carteras es más sencillo.

¿Cuáles son los temas en los que te cuesta encontrar voces expertas que quieran pronunciarse en tu medio?

Sobre todo me cuesta encontrar mujeres. No tanto de ningún área en específico, pero sí en general. Cuando quiero catedráticos de Derecho Penal o de Constitucional me resulta más difícil que sean ellas las que hablen porque siempre creen que no saben demasiado o que no se han estudiado lo suficiente el tema, mientras que los hombres suelen lanzarse más. Me da la impresión de que ellas no se dan cuenta de que con poco que puedan aportar ya es más de lo que los periodistas sabemos y mucho más de lo que cualquier ciudadano sabe y eso siempre va a arrojar luz sobre los asuntos.

De todas las noticias que has dado, ¿cuál ha sido la más significativa para ti y por qué?

No te sabría decir una en concreto. A mí me gusta mucho la investigación, por lo que cuando he avanzado algún sumario me he sentido muy satisfecha. En ese sentido, el ‘caso Cuarteles’ por ejemplo lo avancé cuando trabajaba en La Razón y estuvimos varios días dando capítulos sobre el tema. O más recientemente el sumario del ‘caso Barbate’, por ejemplo, sobre el asesinato de dos guardias civiles por una narcolancha. Hemos ido publicando toda la información de la investigación, incluidos vídeos en exclusiva. También recuerdo con especial agrado cuando avanzamos en El Independiente que la Fiscalía Anticorrupción estaba investigando en secreto el despacho de Cristóbal Montoro.

¿Qué no saben los abogados de tu profesión?

Que también somos profesionales. No quiero generalizar, ni mucho menos. Hay muchos abogados fantásticos y encantadores que contestan con una amabilidad extraordinaria. Pero otros cuelgan el teléfono o tratan de algunas formas que me da la impresión de que no son conscientes de que nosotros también estamos haciendo nuestro trabajo.

¿Cuál es tu visión sobre el futuro del periodismo legal?

Yo le veo futuro. Ahora hay una corriente grande que tiende a decir que la Inteligencia Artificial va a acabar con nuestro trabajo porque sabe redactar o resumir mejor que las personas. Eso puede que termine con una parte del trabajo, la más mecánica, pero una Inteligencia Artificial no va a poder ir al presidente del Supremo a preguntarle algo y le va a contestar. O no va a poder ganarse la confianza de un comisario de Policía para que le cuente si han detenido a una o a otra persona. Creo que los que trabajamos con fuentes, con mucho contacto humano somos bastante irremplazables por un ordenador. Leer una sentencia y escribirla mejor, quizás eso sí pueda hacerlo mejor Chat GPT, pero no lo otro.

Un consejo para un colega de profesión

Sobre todo que analicen si les gusta o no el periodismo judicial. Que ponderen si les compensa porque, de no ser así, no tiene sentido seguir intentándolo y caer en la frustración. Yo siempre digo que el periodismo de tribunales te tiene que gustar, te tiene que parecer bonito cómo se crea un debate jurídico en torno a si una agresión sexual ha sido agresión o abuso. Bonito, que se entienda. Es la belleza de la discrepancia de opiniones entre juristas, de los puntos de vista no que haya nada bonito en una violación. Te tiene que gustar hablar por teléfono con magistrados o fiscales, escuchar sus experiencias y aprender. Saber escuchar mucho para poder encajar los elementos y no ir con una idea preconcebida de la realidad. Y especialmente ser muy pulcro y técnico para ganar credibilidad.

Irene Dorta

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