En una entrevista dada al Harvard Law Bulletin[1] en enero de 2010, la reciente nombrada decana de la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard, Martha Minow, sostenía que la crisis financiera del 2008 sería un punto de inflexión para la profesión legal.

El 2009, Larry E. Ribstein publicaba en la Wisconsin Law Review un artículo titulado “The Death of Big Law[2], donde predecía la contracción y desaparición de las grandes firmas de abogados, producto de un cambio radical de paradigma.

El 2008, Richard Susskind publicaba su libro “The End of Lawyers?”[3], sosteniendo que en los siguientes veinte años, el sector legal cambiará más de lo que ha cambiado en los últimos dos siglos. Y esos cambios vendrían de la mano de lo que él denominó el «Más por Menos«, la liberalización del mercado legal y la tecnología de la información.

Las firmas legales, tal como las conocemos hoy, surgieron a fines del siglo XIX, cuando la práctica legal se comenzó a ejercer desde firmas compuestas por socios y asociados, en que los clientes pasaron a ser de la firma y no de los abogados, y que les permitía ofrecer un servicio continuo en todas las áreas que la gestión corporativa requería de apoyo legal.

Bajo un modelo que se conoce como el “Sistema Cravath”, las firmas reclutaban a los mejores egresados de las escuelas de Derecho de elite, con la expetativa de llegar a ser socios luego de pasar un período de prueba.

Un siglo después (y algo más), las firmas legales siguen manteniendo la misma estructura y el trabajo legal sigue ofreciéndose de igual forma. Cambios más, cambios menos, los abogados siguen trabajando igual que como lo hacían a fines del siglo XIX.

El siglo XX fue un tiempo de desarrollo y consolidación para las firmas legales, viviendo su máximo esplandor en los años 60.

Pero también fue un siglo que trajo consigo una de las crisis económicas más grandes de la historia: la Gran Depresión iniciada con el crac de octubre de 1929. Luego le siguieron la recesión de 1945-1946 producto de la posguerra, la crisis del petróleo en 1973 que trajo una recesión que afectó a gran parte del mundo desarrollado a fines de los años 70 y principios de los 80, para terminar el siglo con la crisis asiática de fines de los años 90.

Y el siglo XXI también golpeó a las firmas legales con la crisis financiera de 2008, período que se suele denominar como la Gran Recesión y del que se ha llegado a afirmar que fue un punto de inflexión para la profesión legal.

Hoy estamos en medio de una nueva crisis, producto de la pandemia de la Covid-19, que ha golpeado a todos los países y está dejando una de las peores crisis económicas de que se tiene recuerdos.

Pero las firmas legales parece que sólo ven pasar el tiempo y nada termina derrumbándolas.

Siguen ahí, bajo el mismo modelo que las vió surgir a fines del siglo XIX, dominadas por un grupo de socios, mayoritariamente hombres, y apalancada en abogados asociados que siguen en carrera para llegar a la cúspide.

La crisis de 2008 trajo consigo un sinnúmero de libros, artículos y columnas de opinión que predecian una transformación sin precedente en la industria legal:

Sería el fin del partnership tradicional, el cobro por hora quedaría atrás, las firmas experimentarían una transformación digital producto del impacto de las nuevas tecnologías, y proveedores alternativos se harían del mercado legal.

Nada de eso pasó

Aunque, para ser precisos, debemos decir que algunos “cambios” si se han visto en los últimos años, principalmente de la mano de proveedores alternativos que, apalancados en la tecnología, han entrado al mercado legal a competirle a las tradicionales firmas de abogados en sus servicios más commodities.

La Covid-19 nos tiene nuevamente hablando de cambios en la profesión legal

Los confinamientos estarían impulsando con más fuerza una transformación digital en las firmas legales y el trabajo remoto, según algunos, habría llegado para quedarse.

Mi impresión, sin embargo, es que la abogacía seguirá siendo la misma que conocíamos antes de la pandemia

El teletrabajo durará mientras dure el confinamiento, porque los abogados necesitan sus oficinas.

Los socios necesitan ver a sus equipos trabajando y los asociados necesitan mostrarse si desean seguir en la carrera para llegar a ser socios.

La transformación digital no será impulsada por la pandemia, sino por los clientes, ya que mientras éstos sigan buscando a sus abogados por el prestigio y la reputación, el salto a la tecnología sólo será cosas de “expertos” y sus columnas o webinars.

Las crisis dejan perdedores y ganadores, y esta no será la excepción.

Al igual que la Gran Recesión del 2008, algunas firmas encontrarán oportunidades de crecimiento y expansión, mientras otras, terminarán cerrando sus puertas o viendo con nostalgia la facturación de los años previos.

Si bien existe en el ambiente un anhelo de que la pandemia lo cambie todo, la historia nos enseña que son exageraciones infundadas. La pandemia pasará, al igual que la crisis económica que trae consigo, y los abogados seguirán siendo los mismos, con lo bueno y lo malo.

[1] Q&A: Points of Inflection: A Conversation with a New Dean, HARV. L. BULL., Winter 2010. ().

[2] Ribstein, L. (2010) “The death of big law”. WISCONSIN LAW REVIEW, 2010 (3), pp. 749-815.

[3] Susskind, R. (2008) The End of Lawyers?: Rethinking the nature of legal services. Oxford University Press.

 

Este artículo fue publicado originalmente por la revista LexLatin: https://lexlatin.com/opinion/pandemia-no-cambiara-profesion-legal

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