Les preguntamos a algunos blogueros jurídicos prominentes por qué y para quién bloguean. Queríamos escribir una entrada con sus opiniones, pero sus respuestas son tan generosas, que se merecen ser cada una un post independiente.

Con todos vosotros, de nuestra serie “Blogueros Jurídicos que molan”, Alejandro Touriño:

Un folio en blanco, una cámara que te apunta son siempre un reto. Decir algo que otros no hayan dicho antes, escribir sobre algo que te resulte interesante, pero también que seaalejandro touriño blog jurídico del interés de los demás, ésa es mi motivación para escribir o para grabar.

Luego, las decepciones (y las alegrías) son mayúsculas. A veces, preparas un tema durante tiempo, con empeño, sientes que ha quedado fenomenal y luego nadie lo visita, a nadie le interesa o las críticas arrecian. Otras veces, por el contrario, algo más improvisado, más pegado a la actualidad, sin apenas enjundia jurídica, funciona como un tiro y se viraliza como nunca hubieses imaginado.

De siempre he sido un lector infatigable. Mi casa la pueblan cientos de libros. La consecuencia lógica de ello, al menos para mí, era tratar de llevar al papel lo que a uno le bulle por la cabeza. Cada vez que escribo trato de buscar frases redondas, con musicalidad incluso. No aspiro a ser Cortázar, pero sí a que quien se siente a leerme se tope con un texto trabajado, cuidado, bien escrito. Igual me pasa al redactar un contrato, una demanda, un recurso o un informe. A vez lucho contra mí mismo para que la forma no sacrifique el fondo, para que la pretendida musicalidad no rompa el discurso circular y convincente que debe impregnar cualquier escrito jurídico.

Escribo para mí. Escribo para los demás. Escribo para que quien lo lea se sienta agradado tanto por la prosa como por el contenido. Un buen contenido sin forma no atrapa. Una buena prosa sin contenido tampoco. Buscar el equilibrio es posiblemente lo más difícil. Y ahí el lenguaje juega un papel fundamental. Uno de los mejores consejos que un día me dieron a la hora de escribir es hacerlo para que cualquiera lo pueda entender, sea o no jurista. Ésa es para mí la clave. Presumo que cualquier abogado que estudia un tema tiene el conocimiento crítico suficiente para valorarlo y exponerlo. Pero el reto no está ahí, sino en saber transmitirlo, en hacer fácil lo difícil. Lo intento cuando escribo, cuando imparto clase en la universidad o cuando me siento con un cliente. Ése es el esfuerzo didáctico más complejo, pero el más gratificante también cuando se consigue. Uno de los mejores halagos que posiblemente haya recibido es aquello de que “lo explicas como si no fueras abogado”. Entiendo que debo interpretar eso de manera positiva 😉

 

Alejandro Touriño
Socio de ECIJA
Blogger en lainformacion.com
Blogger en innovacionaudiovisual.com
Blogger en elmundo.es

 

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